viernes, 23 de abril de 2010

Sahel entre la sequía y el terrorismo

El proceso de desertificación que está ocurriendo el la zona subsahariana de El Sahel, es el resultado de los cambios climáticos que afectan a la tierra en la actualidad, según opinaron observadores de la ONU desde Burkina Faso. Los pastores de amplias regiones de Níger y Chad denunciaron una reducción notable en la producción agrícola en 2009, debido a la falta de lluvias en toda la región.

Alrededor de 10 millones de personas viven en esta vasta región que abarca los países de Burkina Faso, Mali, Mauritania, Níger y Chad, las cuales pueden enfrentarse a verdaderas hambrunas de no hacerse algo al respecto en el corto plazo. Por su parte, la FAO emitió un comunicado en donde destaca la ayuda para los pastores de las regiones más afectadas por la sequía, la cual se compone de alimentos para animales y semillas y fertilizantes para hacer frente a la temporada de siembra en octubre próximo.

Sequía, hambre y contrabando

La región del Sahel no padece sólo de las inclemencias del clima y del peligro constante de la hambruna. La extensa región, la cual abarca 4 millones de kilómetros cuadrados guarda entre las agrietadas y resecas hondonadas peligros de naturaleza humana: las rebeliones tuaregs, el comercio de armas, el tráfico de drogas y la creciente presencia del terrorismo yihadista salafista. De esta manera la región está convirtiéndose en caldo de cultivo de impensados conflictos y de aún más ignotas consecuencias.

La región, sobre todo en Níger y Mali, es desde hace algunos años teatro de un conflicto entre las tribus tuareg y los gobiernos centrales. Los tuaregs piden una mayor autonomía y tener acceso a las regalías por la extracción de petróleo en sus lugares de asentamiento tradicionales. Las luchas son aleatorias y se calman y recrudecen según la política impuesta por los gobiernos, pero siempre está latente el deseo tuareg de la construcción del estado propio.

La inestabilidad en las fronteras entre estos países crea un pasadizo abierto para los comerciantes ilegales de armas y los traficantes de drogas. El gobierno de Níger denunció ya en las rebeliones de 2007, que los tuaregs estaban siendo armados por traficantes pagados por el presidente de Libia, Muammar-al-Gaddafi; otros opinan que algunas empresas mineras europeas actuantes en la zona, financian a grupos armados en represalia por haber perdido el monopolio de la explotación del suelo.

Como fuere, la región es tierra para la germinación de todo tipo de conflictos étnicos y sociales. En varias oportunidades se detectaron aviones con cargamentos de cocaína, presumiblemente de origen latinoamericano. Mauritania y Mali firmaron un acuerdo en marzo último, para realizar tareas en las zonas fronterizas con el fin de atacar en conjunto a los traficantes y a las crecientes células del terrorismo organizado, las cuales operan desde hace algún tiempo en la zona. Según creen las autoridades, el terrorismo islámico estaría en tratativas con narcotraficantes latinoamericanos para financiar sus actividades en la región.

Pobreza, ayuda e intervencionismo

Las supuestas filiales de Al-Qaida que actúan en la zona complican aún más la situación de los millones de personas que están sufriendo la inminente carestía alimentaria. Los pastores del Sahel viven entre el peligro de perder sus rebaños por la sequía y el terror de morir bajo los atentados de los terroristas o de los traficantes.

En este contexto, la FAO decidió socorrer a los pobladores de esta desbastada región subsahariana a través de ayudas de emergencia que permitan a los pastores alimentar a sus rebaños, ya que el 70 por ciento de los animales están en peligro de muerte. Los habitantes de la región no pueden acceder a los alimentos básicos para sus rebaños debido al aumento indiscriminado de los precios.

La situación está desbordada ya que los pastores más pobres deben vender sus animales a precios viles para poder alimentar a sus familias, perdiendo los únicos activos que poseen para su futura subsistencia. La inestabilidad económica y política en toda la región brinda un panorama poco optimista para los observadores internacionales. Las nobles propósitos de los técnicos de la FAO, quienes incluso están desarrollando un plan para recuperar los pastizales a partir de las mejoras del suelo, pueden ser muy bien intencionadas pero no terminantes.

A la inestabilidad en la zona, el riesgo de enfermedades, la corrupción e inacción de los gobiernos regionales y el fantasma de la hambruna, se le suma la intervención de la Secretaría de Estado norteamericana, quien desde fines 2001 financia un plan denominado Iniciativa Trans- Sahariana Contraterrorista (TSCTI, por sus siglas en inglés) puesto en marcha para entrenar los ejércitos de los países afectados en el sector.

El cóctel formado por la presencia de los terroristas islámicos y por los instructores de la Casa Blanca no funcionó, hasta la fecha, para pacificar una zona de conflicto. Los ejemplos se cuentan por decenas y nada hace creer que en el Sahel podrá ser de otra manera.

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